Viajes internacionales de primavera
Todavía
estáis a tiempo de planear una escapada de primavera con Wildwatching
Spain, quizás fotografiando gallos lira en Escocia, observando
abejarucos persas en Turquía, tal vez disfrutando de geckos y cobras en
Marruecos o incluso fotografiando perdigallos en las montañas del
Caucaso.
Estas son las propuestas:
Georgia, alpina y desértica para fotógrafos con Bruno d´Amicis ( del 19 al 28 de Abril)
http://wildwatchingspain.com/index.php/Georgia,_alpina_y_desertica_para_fotografos,_con_Bruno_dAmicis_1
Viaje Herpetológico a Marruecos con Juan Carlos Poveda ( del 1 al 6 de Mayo)
http://wildwatchingspain.com/index.php/Viaje_herpetologico_a_Marruecos_1
Aves de Turquía oriental con Carlos Nazario ( del 1 al 8 de Mayo)
http://wildwatchingspain.com/index.php/Aves_de_Turquia_oriental_1
Fotografía de Gallo Lira en Escocia en António Liébana ( del 5 al 9 de Abril)
http://wildwatchingspain.com/index.php/Gallo_lira_en_las_Highlands_escocesas
Informate en info@wildwatchingspain.com o en el teléfono 619269125
Blog de la agencia de viajes Wildwatching Spain, especializada en observación de la naturaleza, fotografía y pintura naturalista.
Quebrantahuesos
lunes, 20 de enero de 2014
domingo, 12 de enero de 2014
Buscando lobos en la cantábrica
La fotografía de lobos ibéricos en libertad en las montañas de Riaño,
tiene mucho de suerte, paciencia, y capacidad de observación, y poco de
técnica fotográfica….Bueno, tal vez mi amigo Andoni Canela no esté muy
de acuerdo con esto, pero lo cierto es que una vez elegido el punto de
observación e instalado el equipo fotográfico junto a ti, lo mejor que
puedes hacer es olvidarte de él.
Ahora en invierno los lobos se mueven mucho, aprovechando recursos tróficos de distinta índole y es difícil predecir sus movimiento. Lo único que puedes hacer es confiar en tu instinto y buscar con tus prismáticos un rabo, una pata o una oreja que no debiera estar ahí entre la selva de piornos.
Este día en concreto, hace apenas una semana, el viento helado soplaba fuerte en la montaña, los bandos de zorzales alirrojos y reales entraban desde el mar esforzándose por alcanzar los collados y los rebecos se dejaban ver sorprendentemente cerca del fondo de los valles escapando de la ventisca y ramoneando algunas briznas de hierba junto al arroyo.
Protegiéndote las manos con los guantes, sacas los prismáticos y te pones a mirar. Sigues con periódica rutina la línea de las montañas, desde allí arriba continuas prospectando las veredas de los venados y terminas en unas peñas donde vuelas las águilas reales. Una vez aquí inclinas unos grados los binoculares e inicias el camino de vuelta de izquierda a derecha…mas rocas, una campera donde come un corzo, piorno…más piorno y un poco más allá un pequeño bosquete de robles y…más piorno.
Así las tres horas, desde las 15:00h hasta las 18:00h, buscando metódicamente una aguja en un pajar que tal vez ni siquiera esté en el, pasas el foco de las lentes una y otra vez por los mismos lugares, hasta que terminas ya reconociendo a la perfección cada palmo de terreno, una vez más, una y otra vez…
A última hora las manos están tan entumecidas por el frío que duele hasta enfocar y la pierna se me queda dormida por las malas posturas.
De repente veo dos machos de ciervo que se quedan mirando un para otro a cierta distancia y que continúan su marcha de forma un tanto precipitada en sentidos opuestos, 10 grados más al sur…en un canchal que había prospectado más de 80 veces esa tarde, de repente mis ojos se cruzan con un impresionante lobo adulto que tranquilamente sentado prospecta el valle, como quien se levanta de una siesta y todavía adormilado corre las cortinas para ver qué día hace.
Entre las manos entumecidas y la pierna dormida no acierto a colocar bien el trípode y tardo un triunfo en enfocar, apenas me da tiempo a subir la iso y a encuadrar mal que bien, y me pongo a disparar fotos como un descosido. Levanto la vista para cambiar el modo de enfoque pero cuando vuelvo a mirar ya se ha movido….jod¡¡… cojo los prismáticos y le sigo durante unos metros…. pero tal como vino, desaparece entre el matorral.
Según bajo de nuevo hacia el coche me lamento, si hubiera preparado bien la cámara, si hubiese ido controlando la luz, si tendría bien estabilizado el trípode…en fin, si hubiera hecho todo eso…. tal vez no hubiera visto el lobo.
Al fin y al cabo mis amigos dicen que soy un fotógrafo pésimo...y no les falta razón.
Ahora en invierno los lobos se mueven mucho, aprovechando recursos tróficos de distinta índole y es difícil predecir sus movimiento. Lo único que puedes hacer es confiar en tu instinto y buscar con tus prismáticos un rabo, una pata o una oreja que no debiera estar ahí entre la selva de piornos.
Este día en concreto, hace apenas una semana, el viento helado soplaba fuerte en la montaña, los bandos de zorzales alirrojos y reales entraban desde el mar esforzándose por alcanzar los collados y los rebecos se dejaban ver sorprendentemente cerca del fondo de los valles escapando de la ventisca y ramoneando algunas briznas de hierba junto al arroyo.
Protegiéndote las manos con los guantes, sacas los prismáticos y te pones a mirar. Sigues con periódica rutina la línea de las montañas, desde allí arriba continuas prospectando las veredas de los venados y terminas en unas peñas donde vuelas las águilas reales. Una vez aquí inclinas unos grados los binoculares e inicias el camino de vuelta de izquierda a derecha…mas rocas, una campera donde come un corzo, piorno…más piorno y un poco más allá un pequeño bosquete de robles y…más piorno.
Así las tres horas, desde las 15:00h hasta las 18:00h, buscando metódicamente una aguja en un pajar que tal vez ni siquiera esté en el, pasas el foco de las lentes una y otra vez por los mismos lugares, hasta que terminas ya reconociendo a la perfección cada palmo de terreno, una vez más, una y otra vez…
A última hora las manos están tan entumecidas por el frío que duele hasta enfocar y la pierna se me queda dormida por las malas posturas.
De repente veo dos machos de ciervo que se quedan mirando un para otro a cierta distancia y que continúan su marcha de forma un tanto precipitada en sentidos opuestos, 10 grados más al sur…en un canchal que había prospectado más de 80 veces esa tarde, de repente mis ojos se cruzan con un impresionante lobo adulto que tranquilamente sentado prospecta el valle, como quien se levanta de una siesta y todavía adormilado corre las cortinas para ver qué día hace.
Entre las manos entumecidas y la pierna dormida no acierto a colocar bien el trípode y tardo un triunfo en enfocar, apenas me da tiempo a subir la iso y a encuadrar mal que bien, y me pongo a disparar fotos como un descosido. Levanto la vista para cambiar el modo de enfoque pero cuando vuelvo a mirar ya se ha movido….jod¡¡… cojo los prismáticos y le sigo durante unos metros…. pero tal como vino, desaparece entre el matorral.
Según bajo de nuevo hacia el coche me lamento, si hubiera preparado bien la cámara, si hubiese ido controlando la luz, si tendría bien estabilizado el trípode…en fin, si hubiera hecho todo eso…. tal vez no hubiera visto el lobo.
Al fin y al cabo mis amigos dicen que soy un fotógrafo pésimo...y no les falta razón.
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