Quebrantahuesos

Quebrantahuesos

sábado, 21 de enero de 2012

El último urogallo de Picos

Este relato fue publicado en el Diario de León a mediados del año 2010, pensé en escribirlo en honor a la memoria del que quizás fuera el último urogallo de Picos de Europa, el último superviviente de una saga de aves cuya población se contaba por cientos en estas montañas hace apenas una décadas. No soy capaz de traducirlo en esta ocasión para nuestros lectores ingleses.


Se apagan las luces, antes un último vistazo para orientarme, el vaho de mi exhausta respiración se disipa a la altura del frontal luminoso que me guía mientras trato de recuperar el resuello durante unos segundos. La larga y penosa ascensión nocturna me ha dejado exhausto; sin duda, el salto de la cama a lo más profundo del bosque durante las madrugadas primaverales es un proceso puramente vocacional, que los agarrotados músculos de las piernas se resisten tozudamente a comprender.

Ave que inspiró el relato
Ahora si, apago la luz, por suerte y a pesar de la confusa oscuridad tengo la vereda que conduce al cantadero grabada a fuego en mi mente. Avanzo con prudencia mientras el rocío de la madrugada cala mis botas, las mismas que pisan el hermoso tapiz verde que nos regalan los lirios durante esta época del año. Poco a poco mi vista se adapta a la penumbra y comienzo a atisbar siluetas y vagas formas en la lejanía, suficiente para guiarme a ciegas durante unos doscientos metros por las entrañas de los legendarios hayedos de los Picos de Europa.

Es realmente curioso como la oscuridad agudiza los sentidos, de repente el desierto forestal que me rodea cobra vida, percibo el ulular incansable de los cárabos en la espesura del bosque, el cortejo gutural de las becadas en vuelos zigzagueantes sobre mi cabeza, el ladrido vigoroso de algún corzo en la lejanía y el jadeo agobiante de un tejón en su búsqueda nocturna de alimento. Es inmensamente gratificante darse cuenta de que a las cinco de la mañana hay vida más allá de los bares de copas de Riaño.


Por fin cruzo el arroyo y me adentro en el cantadero, el furioso rugido del agua procedente del deshielo primaveral anega por completo mis oídos y no me permite aún escuchar aún tu canto, sigo adelante. Mientras avanzo no puede evitar entristecerme con el pensamiento de que tal vez ya no estés ahí. El invierno es largo y tal vez no hayas podido sobrevivir a los fantasmas que te acechan.

Embebido en mis pensamientos y sin darme prácticamente cuenta alcanzo el corazón del cantadero , en el punto indicado me desvío de la vereda y apoyándome en el tronco de un viejo árbol derrotado ya hace muchos años por el paso del tiempo cierro los ojos, apoyo el mentón sobre la vara de avellano y escucho

El viento peina las ramas de los árboles creando una sensación sonora única, parece como si hadas y las janas de los mitos de nuestros antepasados departieran animadamente unos metros más allá, ajenas a mi presencia, aprovechando los últimos minutos de oscuridad antes de ocultarse en sus refugios diurnos.

Entre tal sinfonía natural y mitológica no soy capaz de discernir con cristalina nitidez tu canto, pero por fin tengo la certeza de que sigues ahí, resistiéndote a tu triste destino. Me libero apresuradamente del peso y me acerco….. ya lo tengo, dos o tres pasos adelante durante la seguidilla y quietud durante el resto de la estrofa, lástima que muchos también se os hayan acercado así para arrebataros la vida, ¿ no se dan cuenta que una vez tu cuerpo cae yermo sobre el suelo se pierde la magia?, ¿existe acaso lance más sencillo y cobarde que darte muerte de esta manera?.

Cantadero al alba

Trato de tranquilizarme y te busco ansiosamente con la mirada entre ramas denudas y líquenes con aspecto galliforme hasta que por fin doy contigo. Te encuentro apostado en lo alto de un haya, atalaya natural desde donde ejecutar tu exhibición primaveral. Me siento cuidadosamente en el suelo del hayedo y ocultando en lo posible el blanco de mi  cara y con respetuosa precaución alzo de nuevo la vista buscando tu silueta recortada en el amanecer cantábrico.

Sin vacilar un segundo por mi precavida presencia continúas con tu repertorio continuo de castañueleos, redobles, taponazos y seguidillas, realizando pequeñas pausas de tiempo en tiempo , orientándote periódicamente desde tu pedestal, tratando que tu canto se disperse por todos los confines del bosque, reclamando una parcela de territorio y unas hembras que no terminan de aparecer. Nadie contesta a tu desesperada llamada, como quien pide auxilio en un basto océano siendo absolutamente consciente que al final le engullirán las aguas.

Y es que estas ya solo en este valle compañero, en esta fría mañana ya nada queda de las peleas, escaramuzas y cortejos múltiples al alba que protagonizaron tus padres y abuelos años atrás, no quedan ya más que recuerdos . En Picos de Europa apenas sobrevivís dos o tres urogallos en miles de hectáreas de foresta, migajas…fantasmas agonizantes , vagos recuerdos de lo que fuisteis en el pasado y premonición del olvido que os espera. Y es que mi buen amigo tu eres el primero en sentir en tus propias carnes las dagas asesinas que con evidente estupidez clavamos los hombres en el ecosistema de estas montañas, el eslabón más débil, la marca de calidad y denominación de origen de estos bosques que el consejo regulador de la naturaleza esta a punto de retirarnos por nuestros reiterados excesos.

Excrementos de urogallo

Estos vastos y añejos bosques llenos de fantasmagóricos y retorcidos hayas que han sustentado la vida durante milenios no son ya del agrado del hombre, hoy en día la calidad de un medio se mide por el número de jabalís y ciervos que se pueden abatir por temporada , o por el de muebles de IKEA a 32 euros la unidad que se pueden extraer de una determinada parcela de bosque, la burla y la insolencia de quien se cree que con cinco años de carrera es capaz de reordenar lo que la naturaleza ha tardado milenios en construir.

Tampoco esperes ya ayuda de nuestros políticos , la conservación del medio ambiente por estos lares poco tiene que ver con los urogallos, los osos, el agua cristalina de los arroyos y del verde manto de los bosques, aquí los sujetos de conservación son aquellos que tienen viñedos a la orilla del Duero, se dedican a construir viviendas o campos de golf en parajes protegidos o a explotar el carbón a cielo abierto ignorando reiteradamente la legalidad , estas son las “raras avis” por las que se esta dispuesto a mover valles y montañas. En esta comunidad de locos mi buen amigo te dejaron solo hace tiempo, hace años ya que llaman a la puerta de tu casa para que la abandones,  para que cedas tus dominios al progreso…..a la estupidez humana más profunda y vil.

Te desplazas por la rama y te giras hacia mi, eres viejo y estas cansado, hoy ninguna hembra se a acercado al cantadero, quizás no tengas ya una compañera en los alrededores con la que enjendrar una semilla de esperanza un año más, pero tu reclamos sigue firme, redoblas su intensidad y no desfalleces pese al esfuerzo. Es importante irse con dignidad amigo mío ya que a veces es lo único que nos queda, algunos de los que no quisieron evitarlo también se irán con los años como es ley de vida, pero no lo harán ni con una fracción  de dignidad y de orgullo de lo que tu lo haces, no hay nada de digno ni orgullo sus actos, ni en el olvido que te procesan.

Por fin amanece y tu voz se hace cada vez más dubitativa, el bosque repentinamente se llena con el ansioso piar de los reyezuelos, trepadores y pinzones; demasiados cantores para este coro, al tenor solitario no le gusta compartir su auditorio con nadie y cuando por fin el primer rayo de sol incide en tu hermoso plumaje decides abandonarme, despidiéndote con un sonoro aleteo, en busca de los primeros brotes tiernos del hayedo.

Me levanto pesadoso y con los pantalones húmedos, a nadie con un poco de seso se le ocurre sentarse sin más en el suelo del bosque en primavera, me echo de nuevo la mochila al hombro , recojo la vara y el resto de equipo que dejé atrás una hora antes. Mientras bajo por la ladera comienzo a pensar en nuestro noble urogallo y me embarga un enorme sentimiento de tristeza y rabia descontrolada. Por suerte, me consuela pensar que siempre estarás ahí en el corazón y la memoria de aquellos que tuvimos la enorme fortuna de compartir madrugadas contigo, en lo alto de un árbol, desafiante, altivo y poderoso, arriba, tan por encima de aquellos que sumidos hasta las rodillas en el lodo de la vergüenza propician con sus actos la extinción del espíritu del bosque, paradigma de la grandeza animal y de las miserias humanas.

Adios amigo.

Iñaki Reyero

No hay comentarios:

Publicar un comentario